En medio del bullicio y el tráfico cotidiano de la ciudad, Silvia fortalece su compromiso con la educación, una labor que abraza durante casi tres décadas.
Silvia Palacios es una dedicada docente de la Escuela Mercedes González de la capital, hasta hace unos meses laboraba en la Unidad Educativa Primicias de la ciudad de Quito, una institución a la que indica “ama; sin embargo, el trajín diario desde la Vicentina, donde queda su hogar, hasta Quitumbe, la empujó a tomar una importante decisión.
Después de 21 años de esta travesía, que no solo consumía su tiempo sino también su salud, Silvia en este año optó por acogerse a la sectorización, al conocer que actualmente el trámite es más rápido y tiene mayor efectividad que antes. Hasta hace algunos años, los docentes se quedaban esperando más de una o dos décadas para ser reubicados tras haber realizado su solicitud, incluso muchos nunca fueron considerados, puesto que debían coincidir con alguien que quiera cambiarse a la institución del solicitante y ambos realizar el trámite al mismo tiempo, una especie de suerte de lotería. En la actualidad, cuando alguien realiza el pedido, se puede revisar la disponibilidad del lugar a través del sistema y de requerirse un docente en el lugar, se realiza el cambio.
Ahora, lo que antes le tomaba alrededor de una hora y media por la mañana, y otra hora y media por la tarde, se convirtió en un paseo de apenas 10 minutos. “Me siento súper satisfecha. No me demoro nada y puedo compartir más con mis alumnos y también pasar más tiempo en casa”, detalla Silvia con felicidad.
Su historia es aún más inspiradora. Más allá de su dedicación como profesora de 4° año de Educación Básica, es paciente oncológica. Para sus tratamientos debía trasladarse al otro lado de la ciudad; ahora, la proximidad a su institución educativa le permite tener más tiempo para ella y también le brinda mayor tranquilidad.
“No es lo mismo dejarlos con un maestro encargado”, explica, destacando también que ha encontrado en la sectorización no solo un alivio para sus viajes diarios, sino también una llave que abre puertas a momentos cruciales con sus alumnos y a una conexión más estrecha con su propia vida.
Silvia, al igual que muchos docentes,considera que ser maestro es una cuestión de vocación. A pesar de los apuros que enfrentaba al trabajar lejos de su casa, su pasión por la enseñanza la llevaba incluso a dedicar más tiempo a sus estudiantes: “Por decisión propia llegaba más temprano, preparaba material, compartía con mis niños y compañeros docentes, y regresaba a la casa más tarde. Hoy tengo otra realidad y eso también repercutió en mi decisión”, indica.
Su compromiso a nivel educativo, y la tranquilidad que hoy ha logrado, se traduce en logros palpables. Días atrás, su grado ganó el concurso “Botellitas de Amor”; un esfuerzo que sumó colaboración activa de sus estudiantes y también de madres y padres de familia que se sumaron a la actividad, en el proyecto ecológico de la Unidad Educativa. La alegría y motivación de sus alumnos son evidentes, reflejando el impacto positivo de su enseñanza.
“Amo mi profesión. Si no fuera así, tal vez hubiera pensado en estar más cerca de casa antes”, reflexiona Silvia.
Este caso ilustra de manera inspiradora cómo la sectorización ha facilitado el camino para profesores como Silvia. Desde el 2021 hasta hoy, más de 3.500 docentes han experimentado los beneficios de este programa, en los lugares donde se ha registrado la disponibilidad para realizar los cambios, brindándoles una nueva oportunidad para seguir con su vocación, más cerca de sus hogares.
SECTORIZACIÓN DOCENTE (desde el 2021 hasta la actualidad)