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Docentes de la Zona 8 que transforman vidas de estudiantes conmemoran el Día del Maestro Ecuatoriano

Guayaquil, 07 de abril de 2025

En cada rincón del Ecuador, un maestro se levanta cada día con el firme propósito de transformar la vida de un estudiante. Este 13 de abril, en el Día del Maestro Ecuatoriano, el Ministerio de Educación celebra a los educadores que, con vocación y entrega, dedican su tiempo,  amor y  conocimiento al bienestar de miles de niños, niñas y adolescentes.

Con historias únicas y llenas de sacrificio, cinco maestros de la Zona 8 demuestran cómo la educación va más allá de las aulas, transformándose en una poderosa herramienta para motivar a cada niño y niña y convertirlos en mejores personas.

A sus 56 años, Frida ha dedicado 9 años a la enseñanza. Ella es profesora del Programa de Nivelación y Aceleración Pedagógica NAP, acompañando a estudiantes de zonas vulnerables en su proceso educativo. Su amor por la docencia nació de un sueño infantil, cuando jugando con sus hermanos ya se imaginaba como la maestra de su comunidad.

A través de su trabajo, ha demostrado que con materiales reciclados como botellas de plástico, cubetas de huevos, hojas secas de plantas y mucha creatividad, se puede enseñar y transformar vidas.  “La educación es una herramienta poderosa que cambia vidas y mi misión es ayudar a aquellos niños y jóvenes que más lo necesitan, no solo con conocimiento, sino con valores”, asegura.

Con 17 años en el magisterio, Olivia Lorena Paz Almeida, de 59 años, se ha convertido en un pilar fundamental para sus estudiantes en la Unidad Educativa Fiscal Teodoro Alvarado Olea. Su carrera empezó tras una infancia marcada por dificultades, pero el deseo de ayudar a los demás y su vocación por enseñar la llevaron a formarse y a dedicarse a la docencia.

A Olivia nada la ha detenido, sobrevivió a un cáncer de tiroides y a diario lucha contra el lupus y otras enfermedades que sufre. “La educación es mi vida, es lo que me mantiene viva. A pesar de las adversidades de salud que he enfrentado, siempre regreso al aula porque es ahí donde realmente me siento útil y feliz”, comparte.

Con un enfoque humano y cercano, Olivia se ha convertido en un referente de empatía y resiliencia para sus alumnos, a quienes les enseña que no hay barreras que no se puedan superar. “Mis clases son proyectos. Desarrollan sus competencias. Les enseño a ser emprendedores. En el último año ellos me tienen que presentar un proyecto interdisciplinario donde se apliquen los tres años de la figura técnica”.

Asimismo, la historia de Javier Sáenz Quiñonez, de 57 años, y 32 años de experiencia en la docencia, es un claro ejemplo de cómo la pasión por enseñar puede transformar vidas. Comenzó en el ámbito privado y luego se dedicó a la enseñanza fiscal, descubriendo su verdadera vocación como docente de matemáticas. “Ser docente no solo se trata de enseñar contenidos, sino de ayudar a los estudiantes a ser mejores personas, a resolver problemas de la vida”, explica Javier.

En 2024, implementó en la Unidad Educativa Campos Coello una aplicación innovadora para registrar las faltas y atrasos de los estudiantes, lo que optimizó la gestión educativa en su aula. Su iniciativa fue premiada por la Subsecretaría de Educación del Distrito de Guayaquil. “Mi trabajo como docente es más que una profesión, es una forma de vida. Mi objetivo es contribuir a que mis estudiantes se desarrollen plenamente”, afirma.

Ney Francisco Coto Cisneros, quien también es docente de Matemáticas de la Unidad Educativa Teniente Hugo Ortiz, relató cómo su camino hacia la docencia comenzó con una historia personal de transformación. De ser un estudiante indisciplinado pasó a convertirse en el mejor de la clase de Matemáticas.

Hoy, su enfoque pedagógico se basa en la gamificación, transformando la enseñanza de esta asignatura en una experiencia lúdica y divertida. “Enseñar matemáticas no es solo un reto académico, sino un reto de vida. Mi objetivo es que mis estudiantes, incluso los que tienen dificultades de atención, se entusiasmen por aprender y encuentren en las matemáticas una herramienta para resolver problemas”, comenta.

Luis Antonio Chávez Nivela, recuerda que cuando tenía 7 años le dijo a su madre que quería aprender a pintar, pero también enseñar a hacerlo. Hoy con 15 años en el magisterio ha visto cristalizado ese sueño.  Para él, un docente debe dejarlo todo. “Mucho más que ser un profesor, en el aula uno se convierte en padre, psicólogo para llevarlos por un buen camino y que sean mejores personas”.

Como parte de su contribución al sistema educativo Nivela, en conjunto con estudiantes y padres de familia de la Unidad Educativa Fiscal Ileana Espinel Cedeño, donde imparte clases de Educación Cultural y Artística, crea murales que tienen como temática el fortalecimiento de los valores y el arte en diferentes instituciones educativas.

El Ministerio de Educación, en su compromiso de promover una educación de calidad y con equidad para todos, agradece profundamente a los docentes ecuatorianos porsu incansable trabajo, son los verdaderos arquitectos del futuro de nuestro país.

¡Feliz Día del Maestro Ecuatoriano!